Han pasado 25 años, pero los efectos del accidente de Chernóbil todavía siguen muy presentes. Basta con recorrer la zona, hablar con personas afectadas y escuchar sus historias para comprender que los problemas derivados de la radiactividad continúan, como un viejo conocido que no gusta pero que acabas aceptando.
Campesinos, médicos, especialistas en radiactividad... todos coinciden en que extensas áreas todavía permanecen altamente contaminadas, no solo la denominada “zona de exclusión”, localizada en un radio de 30 kilómetros de la central, también en puntos mucho más alejados.
En uno de estos puntos, a cientos de kilómetros de la siniestrada central, en las localidades de Rivnenska Oblast y Zhytomyrska Oblast, Greenpeace ha llevado a cabo un informe radiológico que confirma la presencia de radiactividad en muestras de alimentos en niveles muy por encima de los permitidos por las autoridades sanitarias. Los niveles más peligrosos se encontraron en alimentos clave como leche, bayas y setas, ingredientes habituales de la dieta ucraniana.